Nuestra organización ha remitido una carta al Alcalde de la localidad guipuzcoana de Hernani, en la que se le invita a asumir una implicación personal en el cambio de costumbres festivas locales, como es la inclusión de numerosos actos en los que se acosa y mata a animales inocentes.
En efecto, y visto el Programa de Fiestas de los Sanjuanes, apreciamos que el Ayuntamiento ha dado su visto bueno para que haya desde sokamuturras hasta vaquillas, pasando por diversos 'concursos de pesca' o monta de pottokas. Tal y como le expresamos en nuestra misiva a la primera autoridad municipal, nos parece 'anormalmente elevado' el número de actividades que se sirven de animales, vista la evolución en otras localidades de similar entidad demográfica e incluso sociocultural. Ignoramos la razón por la que este llamativo hecho se produce, pero estamos seguros de que ello no ayuda a abonar la imagen del pueblo.
Nos permitimos trasladarle al Sr. Intxauspe una serie de reflexiones que, en cualquier caso, debieran ser asumidas por cualquier ciudadano dotado de una elemental empatía y conocimiento de la realidad. Le recordamos que los animales [no humanos] perciben en general su entorno de una manera muy similar a como lo hacemos nosotros mismos; en especial aquellos dotados de un sistema nervioso centralizado, como es el caso de los vertebrados. En consecuencia, experiencias contrapuestas como dolor|placer tienen para todos idéntico significado práctico: tendemos a rechazar el primero; agradecemos el segundo. Con ello pretendemos transmitirle que no es éticamente lícito servirse del padecimiento de otros para divertirse, teniendo en cuenta además que los seres humanos [adultos y capacitados] nos regimos mediante juicios morales cuya etiqueta básica se limita al carácter de bueno|malo, o lo que es igual: deseable|indeseable.
Nuestro inequívoco objetivo es acabar con toda manifestación social injusta para los animales, y entendemos que cualquier acto festivo que se sirva de animales lo es en cualquiera de sus versiones. Siendo así, entendemos que el corpus de autoridades en pleno debiera liderar el cambio que ya es un hecho en buena parte de nuestro entorno geográfico comunitario.
Cualquier fiesta, por su propia naturaleza lúdica y participativa, no puede nutrirse del sufrimiento de inocentes. Sabemos bien cómo disfrutar sin hacer daño a otros. El programa festivo de Hernani lo demuestra, pues la inmensa mayoría de sus actos no obligan a nadie a participar en ellos, y menos aún a sufrir.
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